lunes

34 PUÑALADAS


“Creo que una corriente subterránea, sórdida,
oscura y siniestra la recorre en medio del calor,
la rumba y las plantaciones de caña de azúcar.
Y esa corriente oscura es cada vez más potente”
Mario Mendoza

El guardia pasa cada hora mirándolo todo. Ayer me pilló con los pantalones abajo. se burló de mí, pero le dije que él también era hombre. Tengo hambre, Angelica viene el domingo, me traerá los pandebonos y una carta de mi amigo Ronald. Hace once años cuando caminaba por la ciudad, me encontré casi muerto en la puerta de un teatro a Gustavo Santana, una maldición que me tiene encerrado en esta celda. Tenía entre sus manos y sobre su vientre un 38 largo ensangrentado, recién disparado. Que lo ayudara a matarse, fue lo único y lo último que me dijo. El balazo le entró por la frente y salió detrás, muy cerca de la nuca. Lo hice porque no había otra salida, quería morir. La policía llegó y yo con el 38 en las manos. Muchos testigos indicaron que yo era el asesino, que el arma era mía, casi me linchan. Mucho tiempo después supe que aquel joven había intentado suicidarse y había fracasado, que era un arquitecto sin familia, obsesionado por el centro de Cali y con la ilusión de construir un complejo cultural llamado ciudad solar, pero él no quería vivir más, fue mi argumento el día del juicio. Me condenaron a veinte años en esta cárcel, veinte años a punta de lentejas, de locura, de visitas espontáneas y putas del Estado buscando extorsiones o contactos guerrilleros. Perdí mi vida y las caminatas por el oriente, consideré la opción de cambiar, de no ser yo, pero en esta academia del delito he aprendido a salir a la calle y estar preparado para matar. Los sábados me dan el permiso para recorrer todos los pasillos de la penitenciaria, pues se convirtió en mi pequeña ciudad, en mi pequeño mundo, que más bien parece un infierno. Los domingos jugamos fútbol, tomamos avena y le doy unas vueltas a la cancha. Afuera todo esta cambiando nos dicen las imágenes amarillistas de la prensa, acá cada vez somos más y en las estadísticas somos menos. Un martes trece el guardia me avisó de una visita (no conyugal), me sorprendí, tomé la gorra y la ajuste a mi cabeza. Salí al patio y un joven con pulseras artesanales en las manos se acercó y pregunto que si yo era el asesino del suicida. No respondí. Callé y él se presentó como Gustavo estudiante de un centro cultural del que olvidé el nombre. Me preguntó si sabía algo de mi víctima, sus últimas palabras y porque lo había ayudado a morir. Desde aquel día algo presta guardia en mi cabeza, ahora convulsiono cada vez que escucho mi nombre en boca de otra persona, las tres últimas visitas de Angelica han terminado en golpes y forcejeos. La locura me esta ganado terreno. Me estoy volviendo viejo sin poder vivir mi vida. Para quién trabajo aquí encerrado, para el Dios espectador que no se cansa de mirar y mirar cómo el mundo se acaba. Ya no puedo hacer el amor, la droga me brinda esa felicidad. Aquí muchos no han aguantado y se han ido, pero mi alma no lo permite, me he clavado este puñal treinta veces, y treinta veces me han sacado de urgencia a conocer los hospitales y las enfermeras. Pasan unos días y tarde o temprano llegará Angelica. La cal barata de estas cuatro paredes se está cayendo de la humedad y el calor a treinta y cuatro grados por segundo. El guardia viene conversando con Angelica, ella entra y el sapo se burla de mí y me dice: disfrutála, que solo es por hoy. Angelica me besa fuertemente y muerde mis labios con todas las ganas, la boca le sabe a chicle, el cuerpo a sudor. Entonces entiendo que quiere hacer el amor pero yo no puedo. Me alejo de ella pero es fuerte, de temperamento, atlética, musculosa y a la final provocativa. Recuerdo lo que le dije al guardia, y si, yo soy hombre mi cuerpo lo necesita. Ella empieza a gritar mi nombre sin necesidad y mis huesos cobran vida, se llenan de vitalidad hasta colapsar y apretarla tan fuerte que detiene sus movimientos y comprende mi convulsión. No puede escapar, me escupe, muerde mis manos y no siento el dolor. Pide auxilio, pero a pocos metros mira el puñal y se empeña en alcanzarlo, es su única salida. Ahora un dolor punzante inmoviliza mi estomago, de nuevo se repite, luego en el cuello y siento que me estoy muriendo pero los segundos se dilatan con el calor. Ayudáme a morir alcanzó a decir mientras coloco mis manos en el pecho y el cuello. Siento el puñal entrar y salir del corazón, y entiendo que el sufrimiento ha terminado, que el guardia llegó y Angelica con el puñal en las manos.

2 comentarios:

NeoMatrix (FlorezArts) dijo...

es una pesadilla sin kesadilla el NO poder transitar libremente y sin paradas... en el sendero de la expresion escrital... pero si no tuvieramos kojones de akellos con puntillas, estuvieramos atolondrados y apendejados en un rincon donde duermen los burros humanos o donde deskansa la burgesia mental... fue la ruta de andres caicedo y dicen k se suicido... pero en verdad lo asesinaron los obispos insensatos de la gentecita k estaba al rededor de el... claro k fue un acto sin kerer keriendo al estilo chapulin... a el le toko meterse los 60 sekonales en reversa, pero el agua la tenia contaminada y la llave del grifo abierta, desde su noviecita boluda hasta la pendeja de clarisolcita... pero ya vale huevo, pork si soy potrero de antaño escurrido en kesadillas antiokeñas a lo fernando gonzalez, tambien alli se encontraron a jotamario y gonzalo arango, a hesse y a van gogh, a kurt y a mas de un N/N pero el mas cercano a la tumba, fue el che... felicitaciones por andar sufriendo la agonia de los escribidores, y aunk llegues a la cima de los laureados, no se te olvide k somos perros de getho, de fabela, de barriada, de la olla, pork en esos lugares, o mejor dicho, de akellos lares, nace nuestra inspiracion... como cuando andres caicedo se encontro en plena calle del sur por primera vez o por el centro por alla en san nicolas de akellos tiempos o kien sabe en k olla buscando una prosti k le llenara el vacio de sus boludas noviecitas... este mundo esta plagado de estupidos, y lo peor es k nos toka sonreirles aunk nos traten como lobos esteparios o como bichos raros... saludos y un pa lante jubilante. suerte, parcero alli en la avenida de las letras, URZUZ el destapado mental.

Editor Dictador dijo...

Saludos desde Puerto Rico.

Sin palabras. Excelente cuento. Me gustaría incluirlo en una antología de autores jóvenes acá en Puerto Rico.

Te envio mensaje luego.

Atentamente
Gean Carlo Villegas Rosado
Editor de EDITORIALDICTATORIAL.COM